Según nos dice, conoció por primer
vez a las calzadas en 1875, en unos alcornocales cerca de Gibraltar. Nos indica
que en aquella época, los nidos de calzadas se localizaban a poca altura en los
árboles, cerca de las cimas de las laderas. Anota ya aspectos como el tamaño de
puesta (1-3), gran diferencia en la fenología entre las parejas, la limpieza en
los nidos, la facilidad en la salida de los nidos hacia abajo para rápidamente
coger altura y volver al nido, anota a los conejos y a los lagartos como piezas
principales de la dieta. Habla también de sus experiencias criando calzadas,
tres jóvenes extraídos del nido, los cuales comían bien de la mano aunque más
tarde según dice, desarrollaron característica aquilina de amilanarse. Fruto de
semanas de trabajo, consiguió que comieran delante de él, volarlos...
Interesante es el relato que hace de su vuelta a Inglaterra en el buque P&O
Lombardy, donde perdió a uno de los jóvenes. Hay que ir teniendo en cuenta
estos documentos, para ver que calzadas expoliadas siguen habiendo, moviéndose
por Asia, África, Europa..., que se sueltan, se escapan... y pueden pasar al
entorno natural.
FOTOGRAFÍA: P&O LOMBARDY_1873 STEAM NAVIGATION COMPANY |
Sí que resulta extraño, que habla
de culebras como presas favoritas. Por mis experiencias, las culebras nos les
gustan mucho, al picotearlas los jóvenes, la desechan. Otra de las cosas
interesantes, que también me ha pasado a mí, es como uno de los adultos en una
de las subidas a los nidos, vino y se colocó en postura desafiante a tan solo 9
metros del observador. Yo en 25 años de seguimiento y acceso a los nidos de
calzadas, solo he visto este comportamiento en un solo caso.