El Valle del Tiétar es una de las zonas donde la Gestión Forestal es muy intensa, en especial las entresacas de pinos. Los responsables del marcaje de la corta, en algunas situaciones por falta de tiempo, otras por desconocimiento o por dejadez, no localizan los nidos de calzadas y terminan por cortarse o por cortar muy cerca de ellos con el consiguiente abandono del territorio. Una de las propuestas que hicimos y que pusimos en marcha, fue la colocación de nidos artificiales en aquellas situaciones en las que se caía el nido original. De esa forma, intentábamos mantener a la pareja en su mismo territorio cuando llegara en primavera. También tengo que decir que estas actuaciones son posible cuando hay expertos en rapaces trabajando conjuntamente con Agentes Medio ambientales.
En el año 1997, asistimos a la caída de un nido que estaba sobre un pino resinero que se secó al caerle un rayo en la temporada 1996. Ya conocíamos a esa pareja en ese año. Había terminado ya la temporada de cría del 97. Al final en ese otoño con las lluvias terminó por caerse el pino. La idea fue la de construir con esos materiales uno cerca de donde se había caído el pino. Esta misma técnica la realizamos en otros dos territorios más donde los nidos habían caído por su peso.
Los años de construcción de los nidos artificiales fueron 1998, 2001 y 2002. Gracias a la ayuda de Manolo Cerdán (naturalista seguimiento de Cigüeña Negra y Águila Imperial Ibérica en el Tiétar) y Marcos González (Agente Medioambiental de Guisando en esos años), pudimos construir las plataformas.
Fotografía: Ignacio S. García Dios Marcos González (Agente Medioambiental de Candeleda) y Javier de la Puente (SEO/Birdlife) |
Las plataformas se construyeron entre los meses de enero y febrero.
Se siguió el patrón de construcción de los nidos por parte de las calzadas,
ubicando los nidos en la horquilla o pegado al tronco del árbol. También se
procuró que pudiera ser bastante accesible el nido a la hora de entrar o salir
los miembros de la pareja.
Se utilizaron los materiales presentes en los alrededores del nido
de la misma forma que lo hacen las calzadas. Los materiales utilizados fueron
brezos, escobones y pinocha. En aquellos casos en que se pudo, se colocó el
nido caído encima de la plataforma. Se ataron todos lo materiales utilizados
con cuerdas.
La distancia de las plataformas a la ubicación original del nido,
osciló entre 10 y 30 metros siempre buscando que la plataforma pudiera ser
visualizada desde el emplazamiento anterior.
Para asegurar que las parejas estuvieran tranquilas y no desconfiaran, sólo nos aproximamos una vez al final de marzo o principios de abril para confirmar la presencia de las calzadas.Ya no se volvió a acceder a los nidos hasta que teníamos certeza por las fechas de puesta que la hembra estaría echado. Y así fue. Los tres nidos fueron aceptados por las parejas y comenzaron la crianza.
El primer nido sacó dos pollos ese año 98 y ha seguido criando en ese nido. La segunda pareja también sacó dos pollos en 2001 y la tercera pareja sacó adelante 1 pollo en el 2002 (sólo había puesto un huevo).
Estas experiencias nos demuestran como el conocimiento de una especie y el trabajo conjunto con cabeza, puede dar resultados espectaculares con escaso coste.
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