En un post anterior relativo a los vuelos nupciales, hemos hablado de cómo muchos de los momentos en que la pareja está volando, cicleando... terminan por meterse dentro de su territorio donde tienen el nido arreglado y terminan por copular. Todo ello unido a intensas vocalizaciones dentro del bosque.
FOTOGRAFÍA: Ángel González Mendoza© |
Desde que llegan, hasta que comienza la puesta, las parejas van incrementando la frecuencia en las cópulas que realizan en el interior del bosque. Buscan sus perchas preferidas, sus posaderos; sitios tranquilos para este momento. Las fechas en que comienzan las puestas son principios de abril en aquellas parejas más tempranas. Por ejemplo, Iribarren para Navarra anota entre mediados y finales de abril como los días con más frecuencia de cópulas. En el Valle del Tiétar (Ávila) las parejas más tempranas en la puesta, presentan esa mayor frecuencia de cópulas en los primeros diez días de abril. La duración de las cópulas está en torno a 30-45 segundos.
Según Newton (1979), las hembras de las rapaces entran en una especie de letargo antes de la puesta, pasan la mayor parte dormidas en un posadero. Son alimentadas por los machos ya que les cuesta volar.
FOTOGRAFÍA: Javier Esteban Pozo© |
Aunque las cópulas son más frecuentes en el periodo anterior a la puesta, también he observado dos parejas que durante la incubación de los huevos y en las primeras semanas de vida de los pollos copulaban en el nido cuando el macho llegada con presas. Este hecho que os comento, nos da una idea también de que las cópulas, además de fertilizar los huevos, también tiene un carácter importante en el emparejamiento y unión de la pareja.