Todos tenemos derecho a disfrutar del medio ambiente, de nuestra fauna y flora, paisajes, ríos, arroyos, fauna urbana, pero no a costa de todo. Los que nos dedicamos al estudio de fauna, más concretamente a las aves rapaces como es mi caso con el águila calzada, sabemos del momento tan delicado que es la prepuesta y la incubación. Nuestra naturaleza, y más nuestra zona de estudio, dispone de infinidad de pistas, caminos, zonas de descanso... para realizar actividades al aire libre como senderismo, bicicleta, así como para la recolección regulada de setas, madera, además de piñas, corteza, espárragos. Creo que hay una parte de estas personas muy respetuosas con el entorno, las cuales disfrutan de sus aficiones, no generan residuos, van por las zonas habilitadas. Pero por desgracia, otro porcentaje va al campo como si fueran al chiringuito, con el coche intentando meterlo hasta dentro del pinar, con el musicote a tope, dejando restos como botellas, latas, colillas, pipas, plásticos, etc. No suelen respetar las señales, no suelen respetar las indicaciones de no molestar, no hacer fuego, no tirar basuras., y además si es posible, prefieren meterse por las zonas campo a través, sin seguir las pistas o caminos. Desde que comenzó la temporada, alrededor del 25 de marzo con la llegada de Tejón, he tenido que ver situaciones, algunas de ellas surrealistas, he tenido que fotografiar situaciones para que quede constancia del problema que tenemos con las molestias, no solo con las calzadas, sino con todas las especies que se localizan en nuestro entorno. Algunos días llego a casa, y cuento esto para ver si es algo normal o no. En estos dos meses, he visto coches aparcados al lado de nidos de águila calzada, personas de avanzanda edad en días de tormenta con dificultad para andar por esas zonas, alguno con detector de metales, moto-cross y mountain bike por fuera de pistas con unos niveles sonoros por encima de lo permitido en cualquier ciudad, gente de paseo por dentro de los pinares con el coche y la música a tope, merendando dejando los restos, dando voces y gritos, incluso en estas temporadas de pandemia, tuvimos hasta el que iba a cagar debajo de algún nido.
Los más peligrosos, que tarde o temprano se localizarán, son los que van a nidos. Gente que creyéndose que son naturalistas, conservacionistas o que son los que más saben, van a visitar reiteradamente los nidos de las rapaces. El objetivo habrá que verlo si es una adicción, rutina o dependencia, si es para fotografiar, o si es para otros fines, como todavía a día de hoy seguimos viendo en nuestro pais, y en otros como son los expolios o acabar con la vida de estas aves. He realizado diversas fotografías que he remitido a los agentes medioambientales de la zona, así como a la Dirección General y Servicio Territorial de Medio Ambiente de Valladolid, para que sepa lo que está ocurriendo y tomen medidas. Tenemos algún individuo que además de ir a molestar, marca los accesos y la posición del nido con palos u otras señales. Naturalmente, cualquier persona que ame la naturaleza y los animales, sabría que este tipo de acciones no se deben ni se pueden realizar.
Las águilas calzadas están en su mayoría ya echadas. Las hembras incuban los huevos, gracias a la placa incubatriz que ha desarrollado en su pecho, así puede ir calentando los huevos mientras lo va girando. Tenemos por delante 38-39 días de incubación. La hembra se echa sobre los huevos, metiéndolos en su pecho, por encima de sus garras. Cualquier salida precipitada, como puede ser la presencia de una persona en las cercanías, conlleva la salida rápida de la hembra, no pudiendo levantarse tranquilamente para no dañar los huevos. Por desgracia, estas salidas algunas veces terminan con la rotura de uno o dos huevos, o la caída de éstos abajo. Lo mismo ocurre cuando tienen pollos de escasa edad.
Por desgracia, esta temporada ya me ha tocado ver y fotografiar dos huevos caídos rotos en dos parejas. Esperemos que la hembra tengo el segundo huevo intacto y no esté roto arriba. No se han perdido como consecuencia de una depredación. En estos meses, nunca se ha grabado a un mamífero como la gineta o garduña subir a nidos, son más de los meses previos a la llegada de las calzadas. En el caso de que subieran, la puesta sería depredada arriba del nido, en el caso de que lograran acabar o echar a la hembra, lo cual también se detectaría con presencia de plumas. Los casos de depredación de búho real y azor común, van centrados a la hembra y a los pollos, nunca a huevos. Además los restos de huevo, se localizan debajo del nido en la dirección de salida de la hembra, separados del tronco; analizando los restos de los huevos rotos, se ve que no ha habido depredación, sino rotura del huevo. En algún nido, cuando se recupere la tarjeta de memoria, podremos ver qué pasó para ese fracaso. Esperemos que la gente poco a poco se vaya concienciando, vaya por los caminos, y si quiere ver rapaces, tire de prismáticos, telescopio, y paseo por las zonas tan ricas que tenemos en nuestro país.